Los Idiomas

Algo que frena mucho a la gente a la hora de viajar por esos países, como siempre digo, fuera de los circuitos turísticos, es el idioma. En varias ocasiones me han preguntado ¿Y cómo os entendéis por esos lugares?

viaje marruecosEsta es la cuestión.
Dos preguntas y dos respuestas: ¿Es bueno conocer idiomas para viajar? Por supuesto, muy bueno. Conocer idiomas es bueno para todo y en algún momento puede facilitar bastante las cosas. ¿Si no se conoce ningún idioma extranjero, se puede viajar tranquilamente? Rotundamente sí, incluso como lo hacemos nosotros, por carretera y buscándonos la vida para comprar, repostar, llegar a lugares, etc.

Los idiomas no son otra cosa que el vehículo de comunicación entre dos personas, pero no es exclusivamente el único. O dicho de otro modo, dos personas pueden comunicarse para obtener el uno del otro lo que desean sin necesidad de tener una lengua común. Hay gestos, expresiones, palabras, etc. que posibilitan esa comunicación. Evidentemente no para tener una fluida conversación, pero si para “apañárselas” cuando es necesario.

Hay grandes defensores del inglés como medio necesario para poder viajar por el mundo. Yo tengo que decir que si nos salimos de los aeropuertos, los taxis, los hoteles y las tiendas de turistas, el inglés sirve para poco. Lo conoce mucha gente, pero no todo el mundo. Por poner algunos ejemplos: es difícil que lo hable el empleado de una gasolinera de Albania, el dependiente de una ferretería de Turquía o una señora que despacha el pan en Montenegro. Es decir, comunicarnos en otra lengua implica que la persona que tenemos enfrente también la conozca.

Tengo demostrado que lo que hay que tener es voluntad de comunicarse. Nada más. Pongo un ejemplo: En una ocasión nos encontrábamos en Norrtälje, en Suecia, al norte de Estocolmo. Pretendíamos coger un ferry hacia Turku, en Finlandia. Llegamos a la terminal marítima y luego de esperar un poco de cola, nos atiende una mal encarada con la que no tenemos manera de comunicarnos. Con malos gestos expresa no entendernos y nosotros pensamos que no hay pasaje o que no nos lo quiere facilitar o yo que sé.

En medio de aquel debate sin sentido, miro a la ventanilla de al lado y hay otra empleada que con un gesto agradable me da a entender que esperemos a que acabe con el cliente que tiene en ventanilla y luego pasemos a la suya. Así lo hacemos. Cuando nos toca el turno, no sé cómo fue pero le dijimos que queríamos pasajes de ferry. Nos indicó los precios, las horas de salida, que incluía camarote, cena, desayuno y no sé cuántas cosas más. Nos marchamos de allí con el trámite solucionado.

En consecuencia: Una quería comunicarse con nosotros y la otra no. Así de fácil. Podemos viajar por lugares recónditos y ésta será la tónica general. Hay gente para todo.

Es importante, para darse a entender, ir siempre con una sonrisa por delante y gesticular todo lo que se pueda, el idioma corporal es importante. Si sabemos alguna palabra de algún idioma, decirla despacio por si nuestro interlocutor la conoce y, sobre todo, no sentirse cortado y poner mucha imaginación. Con gestos yo compré en una farmacia de Croacia un antiácido para el estómago. Simplemente hice unos círculos con la mano sobre mi barriga y luego encendí un mechero poniéndomelo delante. El mancebo sonrió ampliamente y de la primera me trajo mi antiácido.

También se acaba desarrollando el sentido y uno va adquiriendo ciertas habilidades. Por ejemplo: después de aprender a decir “pan” en muchos idiomas de Europa y olvidar la palabra al pasar al siguiente país, llegas a darte cuenta de que la palabra “baguette” es internacional. En muchas ocasiones te dicen que no hay baguette pero te enseñan otra pieza de pan. Ya puedes elegir.

No siempre se entiende uno digamos del todo. En la foto estoy comprando pan en Alepo (Siria). Le di a entender al panadero que quería 5 bollos. Asintió con un gesto rotundo y comenzó a meter bollos en una bolsa y a pesarlos hasta alcanzar, imagino, un kilo. Incluso para completar el peso partió un bollo por la mitad y lo echó en la bolsa. Eso no lo había visto en mi vida. Nos sobró mucho pan, pero al día siguiente hicimos gazpacho y ya está.

Ya expliqué que en una ocasión tuve una avería grave en países árabes y conseguí entenderme con los que me ayudaron, sobre todo con el mecánico de Amman. Un señor que no conocía absolutamente ninguna palabra en otra lengua que no fuera el árabe. Y era una cuestión puramente técnica, concretamente eléctrica. Había que tomar decisiones y él me proponía alternativas. Con papel y un bolígrafo nos hacíamos esquemas. Pues todo fue de perlas.
Otra cuestión importante y que nunca nos ha planteado problemas, es la de comprar medicamentos en cualquier lugar del mundo. Cuando los viajes son largos y tomamos pastillas, es posible que nos hayan fallado nuestras previsiones y nos falte algo. Pues bien, es muy fácil. Si uno sabe el principio activo del medicamento, por ejemplo, paracetamol, ranitidina, ibuprofeno, etc. con decirlo es muy posible que nos entiendan ya que tengo comprobado que los principios activos de los medicamentos son casi iguales en muchos idiomas. Por otro lado, existe el recurso infalible de llevar la caja del medicamento que pretendamos comprar. Esto no falla.

Resumiendo: el saber no ocupa lugar. El conocer idiomas es bueno, muy bueno para todo, pero el no saber ninguno no debe frenarnos a la hora de viajar y poner nuestro punto de mira en países lejanos y extraños. Con buena voluntad, sobre todo con tranquilidad y con un poco de imaginación vamos a resolver cualquier contratiempo que podamos tener y, sobre todo, vamos a lograr todo lo que necesitemos.

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